Beatriz Portinari: musa ideal y guía al paraíso literario de Dante Alighieri
Tan gentil y tan honesta luce
mi dama cuando a alguien saluda,
que toda lengua temblando enmudece,
y no se atreven los ojos a mirarla.
mi dama cuando a alguien saluda,
que toda lengua temblando enmudece,
y no se atreven los ojos a mirarla.
Ella pasa,
sintiéndose alabada,
benignamente de humildad vestida;
pareciera ser algo venido
del cielo a la tierra a mostrar un milagro.
benignamente de humildad vestida;
pareciera ser algo venido
del cielo a la tierra a mostrar un milagro.
Se muestra tan
agradable a quien la mira,
que por los ojos procura al corazón gran dulzura,
incomprensible para quien no la experimenta.
que por los ojos procura al corazón gran dulzura,
incomprensible para quien no la experimenta.
Y parece
que de sus labios surgiera
un espíritu suave de amor pleno
que al alma va diciendo: ¡Suspira!
un espíritu suave de amor pleno
que al alma va diciendo: ¡Suspira!
Ve claramente toda salud
quien a mi dama entre las damas mira;
las que con ella van se ven obligadas
de agradecer a Dios tan bella gracia.
quien a mi dama entre las damas mira;
las que con ella van se ven obligadas
de agradecer a Dios tan bella gracia.
Y su
belleza es de tanta virtud,
que a las demás ninguna envidia alcanza,
y así con ella las hace andar vestidas
de gentileza, amor y fe.
que a las demás ninguna envidia alcanza,
y así con ella las hace andar vestidas
de gentileza, amor y fe.
Verla
vuelve a toda cosa humilde,
y no solo ella se hace ver agradable
sino que cada una por ella recibe honor.
y no solo ella se hace ver agradable
sino que cada una por ella recibe honor.
Y hay en
sus actos tanta gentileza
que nadie puede traerla a la memoria
sin suspirar de dulzura y de amor.
que nadie puede traerla a la memoria
sin suspirar de dulzura y de amor.
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